Nuestros hijos han comenzado a dar sus primeros pasos en internet antes de llegar al mundo. Alimentamos nuesta vida digital con fotos, emails, post, blogs… durante años, pero ¿dónde van esos recuerdos después de la muerte?
Nos hacemos eco hoy de un artículo publicado en mujerhoy.com, el 25 de junio de 2011, en la sección DE CERCA, por KARELIA VÁZQUEZ: Enredados de por vida. Nos parece muy interesante su planteamiento, ya que es algo que todos nos hemos preguntado en algún momento: ¿Qué pasa con nuestra presencia en las redes sociales cuando nos morimos?
Tenemos la ilusión de que la vida se alarga. Y así es. Sucede con los años que vivimos y, cada vez más, con el tiempo que nuestra vida se expone a un público virtual que ni siquiera conocemos. Todo el rastro (correos electrónicos, fotos, tweets, etc.) que hemos ido dejando en internet compone nuestra vida digital, que empieza antes del nacimiento y se extiende más allá de la muerte.
Todavía estamos aprendiendo a controlar nuestros movimientos en la Red, actualizando y borrando continuamente post sobre nosotros mismos, tapando los agujeros que una metedura de pata en alguna red social pueda haber dejado en nuestro prestigio. Las «celebrities» optan por contratar a profesionales que guarden su imagen en Facebook y Twitter. Los famosos que se han equivocado en estos sitios han sido duramente juzgados y sacrificados en forma de «trending topics» por sus propios seguidores. Ahí están los ejemplos de David Bisbal y Alejandro Sanz.
Al mismo tiempo, los padres, primerizos y veteranos, se lanzan a escribir blogs sobre sus experiencias con sus bebés, o a comentar en Facebook los detalles del embarazo y el parto. Son relatos que frecuentemente se ilustra con las ecografías de los pequeños. Esto fue lo que encontró un estudio de Seguridad en Internet realizado por AVG blogs en Reino Unido, Alemania, Italia, España, Estados Unidos y Canadá: el 70% de los bebés ya tienen algún tipo de presencia online a los seis meses de vida, y algunos ya se pasean por este mundo virtual meses antes de llegar al real. Vivir y morir en internet es cada vez más difuso.
Lidiar con la muerte (analógica y digital) nunca ha sido fácil. No nos gusta pensar en la muerte. Ninguna de las grandes compañías de internet (Google, Yahoo, Facebook o Twitter), que se han visto obligadas a gestionar la posteridad digital de sus usuarios muertos, tenían protocolos establecidos para el caso hasta que la propia naturaleza les puso de frente ante el asunto: somos seres multitarea, hiperconectados e interactivos, pero aún mortales. Según los estimados de Facebook, solo en Estados Unidos cada año mueren 375.000 de sus usuarios.
Mientras estamos en este mundo tenemos a nuestra disposición el glorioso botón Control Z, para corregir todos nuestros pasos virtuales, pero qué pasa con todas nuestras pertenencias digitales cuando llega la muerte. ¿Es posible controlar nuestra memoria digital?
Con la mayoría de las personas que mueren no sucede nada extraordinario en internet. Su memoria se va diluyendo por ausencia y omisión… solo que desaparecer en este mundo virtual no es una tarea tan fácil. Dado que las plataformas funcionan con algoritmos automáticos, si alguien no informa oficialmente de la muerte de un usuario de la red social Facebook, por ejemplo, seguirá enviando actualizaciones a todos sus contactos. Y para muchas personas las apariciones digitales sistemáticas de sus seres queridos resultan dolorosas.
¿Te abruma la idea de dejar media vida colgada en la nube digital? Pues esto acaba de empezar. Tus hijos y nietos dejarán la vida entera. ¿Cuándo fue la última vez que compraste un álbum de fotos? ¿Podrías decir con certeza cuántas imágenes tuyas vagan por el ciberespacio? El citado estudio de AVG blog asegura que el 23% de los bebés tiene su huella en la Red aún antes de nacer, cuando sus padres suben orgullosos una imagen de la primera ecografía. Más del 70% de las madres dijeron que ponían las imágenes de sus hijos en la red para compartirlas con amigos y familiares. Hasta aquí podría considerarse un comportamiento típico del Homo sapiens de la era digital. Más difícil resulta entender por qué, según el mismo estudio, un 7% de los padres abre una cuenta de correo a sus hijos antes del primer año de vida.
Os dejamos los enlaces en Facebook, Twitter y Google para dar de baja una cuenta en caso de fallecimiento del titular:
- Facebook: El perfil se convierte en un sitio de recuerdo de la persona que ha muerto. Se preserva la identidad online del usuario pero deja de aparecer en las sugerencias de amigos yen otras actualizaciones automáticas. Solo los amigos confirmados tienen acceso al perfil y la información de contacto desaparece. Para conseguir esto alguien, no tiene que ser necesariamente un familiar, debe llenar el formulario creado a este efecto y aportar una prueba de que la persona ha fallecido.
- Twitter: Según explican en su centro de ayuda, un familiar debe informar a la red social de la muerte del usuario y Twitter dará la opción de borrar todos tos tweets o archivarlos, según los deseos expresados por la familia o la propia persona.
- Blogger, Gmail, Buzz y todos los servicios de Google: La compañía dice que no borra nada de un usuario fallecido hasta que alguien lo pida. Para tener acceso a la cuenta de Gmail hay que ofrecer pruebas de ser un representante legal del usuario. Además hay que aportar pruebas de la muerte del sujeto. Más detalles pueden encontrarse en la sección de Ayuda de Gmail.